Podemos
decir que este grupo ocupó parte de la tierra del fuego, exactamente en Isla
Grande, Argentina. Parte de su supervivencia se debía a la caza y recolección.
La
base de su alimentación fue la caza de los guanacos, animales que también eran
aprovechados por su piel claro utilizadas para vestirse; pero también cazaban
roedores, zorros, aves, entre otros práctica que realizaban los hombres de la
aldea, pues las mujeres se dedicaban a la recolección de frutos, plantas y
demás productos alimenticios como hongos, bayas y huevos.
Estos
grupos vivían en grandes familias, un núcleo compuesto por el padre, madre,
hijos y parientes que habitaban en el mismo territorio, contando con un jefe
que dirigía las acciones del pueblo.
Como
toda cultura, tenían un ritual de iniciación para los jóvenes que pasaban hacia
la etapa adulta (aplicado sólo a los varones), la mítica ceremonia “Hain”, que
consistía en relatar a los jóvenes el inicio de todo, como las mujeres eran
dominadoras del hombre, pues se dice que ellas se disfrazaban y pintaban sus
cuerpos, asemejando espíritus, con el fin de mantener a los hombres bajo su
poder y humillarlos; pero un día un hombre descubrió el secreto, y enfurecidos
los hombres de la aldea asesinaron a todas las mujeres excepto a las niñas,
nunca siéndoles revelado el secreto, y de esta manera los varones se
convertirían en los dominadores de la aldea y todo lo que en ella habitaba.
Espiritualmente,
los Ona eran dirigidos por un chamán, capaz de curar enfermedades, y se dice
además capaces de atraer ballenas hacia la costa mediante cantos que duraban 3
días.
¿Cómo desaparecieron estos grupos?
En
1520, el colonizador Hernando de Magallanes (de él proviene el lugar llamado
“estrecho de Magallanes”), en su exploración logra visualizar fuego proveniente
de la Isla Grande, lo que le genera curiosidad. Pero es hasta 1880 que inicia
una verdadera colonización del grupo Ona, Julius Popper inicio en 1886 una
“encarnizada” en contra de los selk`nam.
Algunos
sobrevivientes de este grupo étnico pudieron refugiarse en misiones religiosas
que se encargaron de catequizarlos.
Así,
la última mujer nativa llamada Ángela Loig falleció en 1974.
Su legado:
Grandes
aportes realizó esta cultura a América, desde sus costumbres hasta sus
tradiciones. Su aporte a la historia supone una de las más grandes, pero de las
más dolorosas, al ser cruelmente asesinados por seres sin escrúpulos.
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