Los Tehuelches son aborígenes que se encontraban ubicados desde el Río Santa Cruz, hoy república de Argentina hasta el estrecho de Magallanes, se les conocía también con el nombre de aónikenk, que en su propia lengua significaba “gente del sur” . Se piensa que esta etnia llegó a la zona magallánica alrededor de 12.000 años a.c.
Fueron tribus nómades pedestres,
cazadores-recolectores que se desplazaban por las estepas de la Patagonia en
busca de animales para cazar y alimentarse. Antes de conocer el caballo hacían
largos recorridos a pie, pero cuando los europeos trajeron este animal, se transformaron en hábiles jinetes, los
adoptaron como medios de transporte y pasaron a ser nómades ecuestres.
Eran hombres y mujeres robustos, de espaldas anchas, rostro grande,
labios gruesos, nariz corta y ancha, ojos oscuros y pequeños. Tenían la piel
cobriza, cabellos negros, lacios y largos hasta los hombros. Se pintaban el
rostro de colores rojo, negro y amarillo cubriéndolo con líneas en una mezcla
de grasa y tierras. Además, a veces se tatuaban el rostro o los brazos con
finos cortes en la piel que luego teñían con cenizas y tierras de color.
Formaban
tribus compuestas de varias familias. El padre de familia ejercía autoridad en
el hogar y a él debían obediencia la mujer y sus hijos e incluso también sus
yernos y nueras.
Fueron hábiles artesanos del cuero.
Elaboraron monturas, correas y lazos y todo tipo de aperos para el caballo,
incorporando así herramientas metálicas como formones, limas y hachas que
trajeron los expedicionarios y colonos. Los tehuelches tenían un gran dominio
de la pintura y manejaban creativamente una amplia simbología en sus quillangos
(Kai Ajnun), abrigos hechos con pieles de animales con el pelaje hacia adentro,
al revés que los tapados de pieles actuales.
Para ellos existían seres superiores que
gobernaban todo lo que sucediera en la tierra y el universo. Uno de los más
importantes era el Elal, creador de la vida, los animales y el mundo natural.
Elal los protegía de gualicho, un ser malvado, causante de las desgracias que
ocurrían a los hombres y a quien ellos le tenían temor.
Creían en una vida futura, por lo tanto
cuando morían envolvían el cadáver en una capa de piel de guanaco y lo
enterraban junto a su caballo que lo acompañaría en su viaje al otro mundo.
Los tehuelches también sufrieron el
impacto de la cultura de los europeos. Sin embargo, aunque incorporaron más
fácilmente las nuevas costumbres, tampoco se libraron de las enfermedades
contagiosas, como la viruela, la tuberculosis. Al crearse las fronteras entre
Chile y Argentina y comenzar la colonización perdieron sus tierras y no
pudieron seguir desplazándose libremente por las pampas magallánicas. Se dice
que su exterminio fue para robarles “la
tierra que ocupaban”, y que el genocidio
se justificó diciendo que eran “un escollo para el progreso”.
Finalmente los descendientes que existían
en chile a mediados de siglo XX., se mestizaron con los colonos o con miembros
de otras etnias y hoy solo queda allí el recuerdo de algunas de sus costumbres
y el nombre de ciertos lugares que evocan su lengua.
Cuento Tehuelche
Cuento Tehuelche
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